Los estudios moleculares aclaran que las plantas pertenecientes a las variedades Virginia Gold y Havana fueron especialmente alteradas para que convirtieran más almidón y azúcares en las hojas, lo que favorece en incremento en la producción de etanol.
En los cultivos tradicionales de tabaco, se deja que las hojas crezcan y se hagan grandes, pues la nicotina se sintetiza cuando las plantas están más crecidas. No obstante, cuando se utilizan para conseguir biocombustibles se cortan en el momento que alcanzan unos 50 centímetros de altura. Luego, se llevan a una factoría de procesamiento. A lo largo de todo el ciclo, en el que el tabaco es cortado varias veces, se pueden generar hasta 160 toneladas de materia fresca por hectárea, una fuente de biomasa idónea para producir bioetanol.